miércoles, 18 de abril de 2012

Motorizados

De las muchísimas cosas que hicimos en Pornic, creo que esta semana fue la que mejor lo pasé. Era la primera semana de agosto, ya iba avanzando el verano y quedaba menos para volver a casa. Aún así, Fran vino a pasar otra semana conmigo, y esta vez las actividades fuern muy diferentes a las que hicimos en su anterior visita.

Fran vino el domingo 31 de julio. Creo recordar que vino a comer, y nos dio una alegría a María y a mí porque nos trajo jamón, tortilla de patatas, todas esas comidas que tanto echas de menos cuando estás fuera de España. Fue un domingo tranquilo. 

Pero el lunes (yo los lunes tenía fiesta), María me despertó al pasar a casa, y entonces, encima de la mesa había un papel en el que ponía que tenía en casa un gato nuevo. No sé si os lo he dicho, pero a mí, que no me gustaban los gatos, los veía muy independientes y celosos, me dieron una sorpresa el primer día que llegué a Pornic, ya que iba a convivir con dos gatos. Suerte que no les tengo alergia, ¡porque nadie me había dicho nada!

Pero todo cambió cuando las dos, emocionadas nos pusimos a buscarlo, porque claro, si el gato era nuevo, tenía que ser pequeñito (inocentes nosotras, que se lo habían encontrado en la calle, podía haber sido igual de grande que los otros dos). Y entonces bajó las escaleras mi pequeñito. Yo, que no soportaba ni de lejos a los otros dos gatos (ni ellos a mí, creo), me enamoré completamente del pequeñajo.


Lo llamo pequeñajo porque era bastante más pequeño que los otros dos, no porque fuera realmente pequeño. Al pobrecito mio decidieron llamarlo Barrabás. A mí sigue sin convencerme ese nombre para una cosita tan mona, aunque en realidad, los niños también lo llamaban pequeñito. 

Todas las mañanas venía a despertarme, me llamaba la puerta, y venía conmigo hasta el frigorífico para que le diera el desayuno. Pasaba la mayor parte del día durmiendo en un lugar bastante curioso (el cesto de la ropa sucia, ahora os pongo la foto). Y bueno, cómo os contaré más adelante, el día que me fuí a Disneyland París con María y sus niños, mi pequeñajo pasó el día sentado en la puerta de mi habitación esperandome. ¡Cómo no iba a quererle tanto!


Y tras mi flechazo con mi pequeñito, vienen las actividades principales que hicimos esos días. La primera, y tras mucha insistencia por parte de Calvin, fuimos a hacer una carrera de karts. 


Fuimos porque según él, todos los niños podían hacerla. Inocentes nosotras que le creimos, si nunca tenía razón. Pero allí que nos movimos todos. Evidentemente, ni Matteo, ni Theo, ni Maelys pudieron montar. Eran demasiado chiquitines. Y para no dejarles solos, hicimos dos tandas. Primero montaron Fran, Calvin y María y después fue María la que se quedó con todos para que yo pudiera montar, otra vez con Fran y Calvin.


La última vez que yo había montado en karts, en mi pueblo, hacía muchísimos años, casi me voy de frente contra una pared. Todavía no sé cómo giré el volante en el último momento. Sólo recuerdo que todo el mundo gritaba, yo ya no sabía que pedal era para frenar, así que sólo aceleraba... Mejor dejarlo en el olvido, de ahí mi cara antes de subirme de nuevo.


Esta vez fue bastante mejor. No había paredes, lo que era todo un alivio. Pero fue bastante bien. Fran y Calvin nos dieron un repaso a María y a mí, pero no pasa nada! ¡Lo pasamos muy bien! Los niños se quedaron en las mesas tomando algo y gritándonos que podíamos correr más. Muy simpáticos ellos jajajaja.

Al día siguiente, y sin planearlo, Fran y yo fuimos a hacer quad con mis niños y sus padres. Esta vez sí, era la primera vez que montaba en un quad. Me daba bastante miedo, pero fue muy divertido. 


Al día siguiente no lo fue tanto, eso sí. Tenía agujetas por todo el cuerpo y no podía casi ni moverme, pero ahí me teneis, montada en un quad.


Los niños también lo pasaron bien. Resulta que nuestro circuito era bastante largo, pasaba por un campo, muy bien. Pero los niños tenían una pista con unos quads diminutos de los cuales nos costó bajarlos casi una hora. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario